viernes, marzo 03, 2006

Los Secretos en el Celuloide

Estimado Lector, estos últimos días todos hemos vivido el furor causado por un poderoso hombre americano con asombroso cuerpazo, body-painting dorado, y que posa sin inhibiciones desnudo ante miles de cámaras, y no estoy hablando precisamente de un stripper, sino del aclamado Oscar.


La Oscar-Manía ha llegado a todos los periódicos y programas de televisión, en donde se da seguimiento a presentadores, nominados, joyas que serán usadas, vestuarios (¿Bjork se presentará usando alguna botarga de animal nuevamente?) y hasta el menú del after-party de susodicha ceremonia(por favor Lindsay, ¡come algo!). En medio de esta pasión por el cine y sus protagonistas, esta semana he pensado en que el séptimo arte es en muchos casos un reflejo de la etapa social y cultural por la que pasamos, y es una muestra de la ideología y percepción de nuestro entorno. Todo tipo de temática ha sido abordada por los guionistas a lo largo de la historia, y los tópicos gays no han sido la excepción, es por eso que empecé a repasar mentalmente películas altamente conocidas que narran historias “diferentes” tales como:

  • Philadelphia (1993): Una de las mejores actuaciones de Tom Hanks, en un drama de la vida contemporánea, representa a un homosexual inteligente, cosmopolita, con un buen trabajo, un novio maravilloso (Gracias Dios por darnos a Banderas) pero estigmatizado con el SIDA, enfermedad que provoca su injusto despido. Esta película fue un excelente esfuerzo para crear conciencia en la sociedad, ya que le dio un rostro humano a esta epidemia, pero desgraciadamente para algunas personas significó el asociar la condición gay con el SIDA, y mejor ejemplo de ello es que muchas de nuestras madres todavía lloran al ver esta película.
  • Ma vie on Rose (My Life in Pink, 1997): Lejos de ser la versión francesa de Legally Blond, esta película presenta la historia de Ludovic, un niño que juraba y perjuraba ser niña y haber nacido en el “envase” equivocado. Durante el filme observamos como un ser inocente y tierno es atormentado por sus padres para cuadrar en los parámetros sociales impuestos por su comunidad. Para alguien heterosexual, esta película planteó una incógnita clara: ¿se nace con las preferencias sexuales “diferentes”?, aunque para algunos la repuesta sea obvio, para otros resultó el caer en la cuenta de que la homosexualidad no es una enfermedad mental, sino una condición que muchos tienen desde el nacimiento.
  • The BirdCage (1996): Un re-make de una comedia clásica, pero en una producción más moderna y hollywoodense donde el dueño de un Cabaret es encarnado por Robin Williams, quien ha sido pareja por muchísimos años de un maravilloso Drag Queen. ¿Lo novedoso? Criaron juntos a un niño, que al crecer, para agradar a su nueva familia política (otro punto: el crío es heterosexual) miente sobre la condición de sus padres, para al final darse cuenta que el amor y cariño dado por ellos justifica todo tipo de “diferencia” con respecto a los estándares sociales. Esta película lanzó otra fuerte incógnita al público: ¿son las parejas del mismo sexo capaces de formar vínculos familiares duraderos y educar correctamente hijos?. Esta incógnita se re-planteó en una historia más familiar, real y moderna en The family Stone (2005) donde una de las historias entrelazadas presenta a una pareja homosexual interracial quienes apoyados por toda su familia adoptan a un niño.
  • Brokeback Mountain (2005): Una de las favoritas y más nominadas para el Oscar y sin duda el filme más polémico del año. La temática es sumamente retadora ya que rompe totalmente un estereotipo americano clásico: el vaquero Marlboro, quitándole el sombrero, las botas y los jeans (literalmente) y dejándonos la imagen de un hombre con sentimientos capaz de amar y concebir como compañero de vida a otro hombre, pero atrapado en un tiempo donde la sociedad es intolerante, rústica e incapaz de comprenderlo.

Miles de metros de celuloide se han invertido en contarnos las historias de gente igual o diferente a nosotros, pero que comparten una orientación diferente, lo que si puedo afirmar después de recorrer mentalmente algunas de estas películas es que la aceptación hacia mi condición ha ido en aumento en los últimos años, ya que con Brokeback Mountain salí del cine cual María Magdalena, pero el ojo Candy desapareció cuando me di cuenta que la película me dejó un pensamiento positivo: ya no vivimos en los cincuentas, sesentas o setentas, hoy en día mucha gente vive en todo momento su sexualidad, Elton John y Ellen Degeneres por ejemplo, y no por eso son menospreciados en sus trabajos, estigmatizados por creer que tienen SIDA o rechazados por la comunidad; hoy, la sociedad tiene a su alcance testimonios literarios, fotográficos o cinematográficos que les permite percatarse que somos seres humanos con éxitos y fracasos, capaces de amar a nuestra pareja, a nuestros hijos y de aportar mucho a nuestro medio.

Este año sin duda la historia de dos vaqueros “jotos” (como dirían peyorativamente algunos) ha revolucionado el mundo, ha cambiado la perspectiva de muchos y ha abierto canales para una mayor tolerancia, y a mi parecer lo ha hecho con una fórmula sencilla: mostrando que el verdadero amor es vigente en todas las facetas que pueden tomar los seres humanos, de esposos, de padres, de hijos, de hermanos o inclusive entre una pareja del mismo sexo.

Casi siempre me molestan las traducciones que asignan a los títulos de las películas en México, ya que muchas veces influencian la percepción del público hacia el filme, y el mejor ejemplo de esto, está en que ya no hay que guardar un “Secreto en la montaña” pues el amor entre dos hombres o dos mujeres ya no es un secreto, sino una realidad.