viernes, julio 14, 2006

El ultimo en enterarse

Estimad@ visitante: Últimamente la lucha entre mi amada ascendencia mexicana que busca un ritmo de vida que fluye y una cultura asiática impuesta en el trabajo, muy acentuada en puntualidad y cuadratura en las tareas, se ha vuelto una pelea de dimensiones épicas, similares a una lucha entre el Hijo del Santo y Jackie Chan, pero sin duda el clímax de este conflicto (y no precisamente del tipo de clímax que me gusta) se dio esta semana, cuando por llegar a tiempo a mi trabajo tuve que desafiar a peatones, semáforos y demás obstáculos, pero el mayor de ellos fue el pasar entre dos vehículos estacionados, que dejaban un espacio que a mi razonar era el justo para que mi vehículo pasara, fue así como ante la mirada atónita de algunos espectadores seguí la marcha y pasé entre los vehículos, y justo al dibujarse en mi rostro una sonrisa de triunfo, sonó el inconfundible chillido de lámina rayada; la ancha parte trasera de mi carro me impidió salir victorioso. Y es que realmente no estoy acostumbrado a que mi abultada parte trasera cause problemas, sino todo lo contrario, pero me imagino que cuando brincamos del físico humano al de los automóviles con hazañas en maniobras difíciles, cambian un poco las reglas.


En un momento tan trágico como al rayar mi vehículo, no pude dejar de pensar que en muchos casos, la persona involucrada en una problemática es la última en enterarse de su cruda y fatídica situación; ya que muchos de los espectadores de mi hazaña tipo “The fast and furious Tokyo Drift”, tenían cara de que no saldría ileso de la aventura, pero yo me vi terco y los resultados fueron los ya mencionados, mi carro tiene estrías. Es así como observo, que los protagonistas de una historia, muchas veces no saben en que tan inmersos están en un problemón, y pienso en situaciones tales como:

  • Cuando eres “El Venado”: Muchas veces, cuando nos están poniendo el cuerno olímpicamente, el efecto de estar cegados por el amor nos empaña la vista y nos hace ingenuos de que nuestr@ caramelit@ sea capaz de siquiera darle un beso a otra persona, mucho menos ofertarle su genitalia. Lo más deprimente sucede cuando sorprendemos al ser amad@ con las manos en la masa, o más específicamente con el cuerpo del “delito”, y luego de mandarl@ a Shangai vía su Matra, nos damos cuenta que todas nuestras amistades, la señora del OXXO, el conserje de nuestro edificio y hasta la nana de nuestra infancia sabían que nuestra cama era compartida por más de dos.
  • De que no somos ni siquiera monedas de latón: Y es que a veces nos sentimos tan adorables que nos auto-proclamamos “Miss Congeniality” perpetuos, pero realmente la gente nos percibe como a Patty Chapoy o peor aún, como a Bisogno; y es que en esta vida a muchos les fascinan los comentarios ácidos y mordaces que puedas hacer en una reunión, pero cuando despedazas hasta a tu propia progenitora con tal de decir un chiste, es que empiezas a tener problemas, y es de esperarse que a la larga sin darte cuenta, quedes muy solitario, y súbitamente tu celebración de cumpleaños está mas desértica que la cabeza de AMLO.
  • Cuando has aumentado tu diámetro: Ya sea por el estrés del trabajo, ó “carb craves” por los trabajos finales de la escuela, pero cierto es, que hay etapas del año en las cuales sin darnos cuenta, crecemos como personas, pero no en un modo emocional o ideológico sino uno muy literal: engordamos. Lo peor es que nosotros no nos percatamos de nuestro aumento hasta que un amigo, familiar y/o Némesis en vez de saludarnos nos dicen que hemos embarnecido o que estamos más repuestitos, sinónimos fatales de que nuestra espigada figura de Orlando Bloom en “Pirates of the Caribbean” se está pareciendo más a la de Botija de Chespirito.
  • En los “osos” públicos: Hay días en los cuales nos sentimos especialmente sociales y aceptados, cuando capturamos infinidad de sonrisas a nuestro paso, simple y sencillamente la gente nos ve, y sonríe, nuestro ego crece súbitamente, hasta que luego de un rato de sentirnos más populares que Nicol Ritchie llegamos con un amig@ cercano y nos informa que nuestra cremallera está abierta en el caso de los varones, o que nuestro brassiere está mal acomodado y nos deja las boobies Virulas (dígase viendo a lados diametralmente diferentes) en el caso de las mujeres.

Es así como reflexionando, me doy cuenta que muchas veces vivimos tan inmiscuidos en nuestros propios asuntos que pasamos por alto situaciones que nos afectan directamente, como el perder a nuestros amigos por nuestra acidez, el perder nuestra figura o el vivir siendo el Juan Osorio de una Niurka.

El problema radica, cuando pasamos nuestra existencia tan fijados de lo que le sucede a nuestro prójimo, recortándolo de pies a cabeza y criticándolo por todo lo que hace, que dejamos de fijarnos de nuestros grandes defectos o por llamarlo más políticamente: áreas de oportunidad; y por lo tanto nunca mejoramos y no crecemos como personas. Cierto es que un cafecito con amigos y sin comentarios de viboreo no es lo mismo, pero también tenemos que darnos cuenta que nosotros mismos tenemos problemas que resolver antes de descuartizar la reputación, look, el trabajo o vida sentimental de nuestros coterráneos, por más divertido y entretenido que esto suene. Créeme que esta enmienda me es sumamente difícil, ya que si el descuartizado verbal existiera como deporte, yo fácilmente tendría varías medallas de Oro.

Es por eso que en estos días, en los cuales estamos completando la mitad del año, es un buen momento de hacer una introspección y darnos cuenta en que vamos muy bien, en que la estamos regando y cuales son las cosas que podemos mejorar. Es un momento idóneo para retomar nuestra lista de propósitos y armar un plan de contingencia en caso de crisis, o sonreír porque como un buen vino, estamos mejorando día a día.

Que pases un excelente fin de semana!