viernes, marzo 31, 2006

La vida "real"

Estimado lector: Finalmente, y luego de varios conatos en Cinépolis y Saharis, finalmente pude ver en su totalidad la película King Kong de Peter Jackson. Después de tanta especulación con respecto a los excesivamente reales efectos visuales y tan aclamada tecnología para la creación de un sinfín de insectos raros, murciélagos y hasta dinosaurios, no te puedo evitar decir que me sentí un poco frustrado: No me los creí. Y no es que yo sea un experto en animación 3D o que sea un crítico en la materia, pero es que en la pantalla todo se ve “dibujado” y no real, tienen ese cierto aire de fondo azul que revela su inexistencia en el plano de los actores.


Luego de terminar de ver la película me quedé pensando que en el arte y en la imaginación humana es indispensable volar y crear cosas nuevas e “irreales” para contar maravillosas historias, mientras que en la vida diaria, la congruencia es un valor vital, pero que en muchísimas ocasiones no se toma en cuenta y fue entonces cuando me di cuenta que vivimos rodeados de personas y objetos falsos, que no son lo que aparentan, tales como:

  • El físico humano: Desde cosas tan obvias como los nuevos y épicos senos de Sabrina hasta las rubias de tez morena tipo TVAzteca, estamos rodeados de “apariencias” que son creación de increíbles cirujanos o genios creadores de nuevos polímeros. Hoy en día cuando conocemos a alguien no podemos evitar preguntarnos como luce en realidad, sin la gracia del rubio cenizo de L´Oreal, el planchado de pelo express de Susy Estilistas, los lentes de contacto de color Devlyn, implantes de bubbies en caso de las mujeres ó paquetín rellenador en caso de los hombres, faja reductora, calzón levanta nalgas Siluette o hasta de zapatos con tacón interno. Ahora andamos con miedo de que nuestro ligue del antro, que en la pista era similar a Orlando Bloom o a Giselle Bundchen, según el caso, al despojarse de sus gadgets de apariencia se con vierta en una figura más similar a Erasmo Catarino, o a Ericka de La Academia.
  • En la comida: Muchas veces se nos deleita el paladar al ordenar en el restaurante de moda un tentador pero carísimo platillo tal como “Codornices de nido con puré de Chirimoya y pipas de girasol en salsa de oporto” pero experimentamos una gran desilusión cuando recibimos en el plato una porción, que sospechamos por el tamaño que es pollo en vez de codornices, junto a un puré insaboro y de extraña textura, pero eso sí, con mucha Bugambilia, por las flores, no la de Aventurera, adornando el plato. Estos desencantos culinarios son reflejo de que hay restaurantes bluff con una tendencia a sobre-nombrar una sencilla pechuga, solo para parecer mas chic y para que incautos paguemos la estrafalaria cuenta con un ojo y las tres cuartas partes de otro.
  • En el outfit y “fortuna” del prójimo: Somos una sociedad donde un reloj bvlgary, equipaje Louis Vuitton y prendas Miu Miu ó Dolce&Gabanna reflejan éxito y garantizan para muchos, la aceptación a altos círculos sociales, así como la admiración del pópulo. Desgraciadamente, no mucha gente puede pagar estas delicias materiales, y lejos de aceptarlo y usar accesorios y moda de buen gusto acorde a su presupuesto, optan por tratar de deslumbrarnos con falsedades como Luis Vuitrón y Dulce de Guanábana , reflejando únicamente la personalidad wannabe del usuario y su contribución al nefasto mundo de la piratería. Lo peor es que cuando son cuestionados al respecto de sus pertenencias piratas se amparan diciendo que usan “réplicas exactas” y que son carísimas y compradas en Nueva York, cuando seguro salieron casi regaladas en algún mercadito sobre ruedas.
  • En el trabajo: Inclusive en nuestros centros laborales, somos testigos de grandes falsedades, como es el típico co-worker cuyo lugar está atiborrado de papeles, el organizador de su Outlook Express tiene como 80 pendientes y cada vez que te lo topas en el café o en los pasillos te informa (ya que obtienes la información sin preguntar) que anda hasta el chongo zamorano de trabajo, pero misteriosamente parece que el compartir su angustia de exceso de pendientes con la humanidad ocupa todo su tiempo, ya que no le avanza nunca a su trabajo y pasa más tiempo en el Messenger o mandando chistes por mail que aligerando su bandeja de trabajo.

Súbitamente al retomar todas estas “irrealidades” en la vida diaria me doy cuenta que después de todo, que la vida real tiene más elementos ficticios que King Kong. No puedo dejar de pensar que en todas partes hay personas, situaciones y hasta acciones que no son lo que parecen, y definitivamente pienso que eso no está bien.


Cada ser humano nace con características físicas, emocionales y en un núcleo familiar ( o contexto social) que lo hace único e irrepetible, y aún cuando la vida nos cambia y nos forja, a fin de cuentas, nadie puede negar la cruz de su parroquia (gracias Bisabuela Remedios por tu acervo) y por más que queramos parecernos a Collin Farrel, por motivos genéticos es difícil, y aún con cirugía y terapias de blanqueo, siempre habrá algo que nos delate (si no pregúntenle al pene de Michael Jackson). Es por eso que es mucho más sano aceptarnos tal y como somos en todos los aspectos, eso si, poner empeño en ser mejores personas, en el aspecto económico, físico, profesional y espiritual, pero sin duda, aceptando que somos imperfectos, y que no nacimos en la cuna de Paris Hilton, o con el talento emprendedor de Donald Thrump.


El primer paso para superar cualquier tipo de adicción es aceptar que tenemos un problema, y creo que para mejorar como personas, y dejar de ser adictos a vivir falsedades, en primer lugar tenemos que saber quienes somos realmente, cuales son nuestras habilidades y también cuales son nuestros defectos y aceptarnos tal y como somos. Una vez hecho esto estaremos listos para diseñar la ruta que queremos seguir, para mejorar día a día en nuestra forma de vida, nuestra apariencia, nuestro trabajo e inclusive nuestras relaciones personales, siendo 100% congruentes y honestos con los demás, pero lo más importante, con quien mas obligación tenemos: con nosotros mismos.