viernes, julio 07, 2006

Viviendo del "si yo hubiera"

Estimado Lector, aún cuando pueda sonar a cliché, y se pueda entender que mi vida es como una producción rosa de Hollywood de alto presupuesto, debo decirte que esta semana, me sentí en aquella película “Si yo hubiera” (Sliding Doors, 1998) y desgraciadamente no por ser tan delgado, rubio y millonario como Gwyneth Paltrow, sino porque no dejé de pensar en lo diferente que hubiera sido mi domingo 2 de Julio si hace algunos meses hubiese actualizado mi padrón electoral, y no hubiera tenido que pasar más de 5 horas de fila en una casilla foránea; independientemente que pensé que al IFE le faltó la visión de una Casilla-Lounge con música chill out y unas mimosas de Moet mañaneras , tuve que admitir que fuimos yo y mi poca prevención los únicos culpables de tanta demora.


Lo cierto es, que en muchos momentos de nuestra vida, sobre todo en los que son de “harto-estrés” y frustración, pensamos muchísimo en el hubiera, y súbitamente pienso en varias de estas amargas situaciones tales como:

  • Al dar el botonazo con nuestro traje Armani: Un triste caso, es cuando en el momento crucial de vestirnos para ir a la boda más esperada de la temporada, percibimos que o hubo un encogimiento de nuestra vestimenta o una expansión exponencial de nuestro ser; desgraciadamente en la mayoría de los casos la segunda opción es la verdadera, dejándonos con la autoestima, y los pantalones por el suelo (ya que no hay botón para sujetarlos arriba). En estos casos le mentamos la madre a Sabritas, Marinela y a Nabisco por envenenarnos con sus delicias y hacernos tan fácil ganar unos kilitos de más, y es entonces cuando nos cae el 20 de que pagar la carísima membresía del Sport City no nos hace bajar de peso automáticamente, aunque por el costo, debería.
  • Al tronar una materia: Cuantas lágrimas de desesperación no se han regado en las universidades o en cualquier escuela, cuando el último día los estudiantes se percatan de que no fue buena idea pasar todo el semestre de fiesta, y que pasar más tiempo en la Havana o en el Taboo que en el salón de clases, no resultó muy productivo. Es entonces cuando pensamos que en vez de burlarnos de la gordita nerd con anteojos imitación Chanel de hace mil temporadas, hubiéramos hecho equipo con ella para aprender, o al menos hacerle ojitos para copiarle y pasar la materia. Es entonces cuando en la cruda realidad de la tronada damos patadas de ahogado, como chantajear con una botella al maestro o si está potable el susodicho, usar artillería pesada y seducirlo con nuestro sex appeal.
  • Al terminar una relación: Este es uno de los casos más comunes, y se presenta cuando luego de la tormenta en una relación, optas por que cada uno se vaya por su lado, y te empiezas a cuestionar sobre si tus múltiples dramas, el tratar de controlar hasta el vestir de tu pareja (cualquier parecido con canción de Flans es mera coincidencia) o tus celos de protagonista de novela de Thalia no pesaron más que el amor, y entonces entre la culpabilidad y el querer re-hacer el pasado en tu mente, acabas por enloquecer más que una cabra.
  • Al perder en un juego de azar: Ya sea desde el sofisticado SorteoTec, el tentador Casino del Mirage o hasta en la rifa de la Iglesia, cuando nos percatamos que estuvimos cerca de ganar el premio y nuestro “feeling” fue el equivocado, repudiamos a nuestra suerte, y nos auto-consolamos que “desafortunado en el juego, afortunado en el amor”, lo que si es que esa filosofía no continúa mucho tiempo más cuando tu amor sepa que te gastaste miles de pesos jugando.

Luego de un breve recuento, me doy cuenta que en muchos momentos, me gustaría poder regresar el pasado y rehacer muchas cosas, pero debo de admitir que esa idea es destructiva a la larga, ya que hasta la música de antaño nos reza sabiduría: “ya lo pasado, pasado”, y por más que me someta a terapias para olvidar algunas situaciones previas en mi vida, como el ver de niño a Locomía o haber sido fan de Pablito Ruiz, estas tristes situaciones estuvieron en mi vida, y a fin de cuentas, buenas o malas, todas esas vivencias integran lo que soy hoy, bueno como el pan ó malo como la decisión de sacar la 5ª generación de la Academia.


Mucha gente se queda estancada en el pasado, dejando pasar en el presente, oportunidades para el futuro, añorando y lagrimando sobre un recuerdo del pasado, dejando de disfrutar y reír en el presente. En la madurez de cada uno de nosotros, radica el como escribimos nuestra historia, ya sea en la parte sentimental, profesional, familiar y porque no, hasta política. Nadie quiere amanecer un día, con el cabello cano, descuidado físicamente y una vida “flat” sin emociones y logros, por eso aparte de usar Just for Men y someterse a mesoterapia tenemos que esforzarnos en como podemos en alcanzar nuestras metas, amar, ser amado, estudiar, compartir lo que tenemos, ser pro activos como ciudadanos y ser un apoyo para las personas que nos rodean.


Vivamos un presente basado en el aprendizaje de nuestro pasado, y planeado para un futuro que nos cautive, nos deje plenos y sobretodo: satisfechos de nosotros mismos.