viernes, agosto 18, 2006

El cambio, la única constante

Hoy voy a cambiar
Revisar bien mis maletas
Y sacar mis sentimientos
Y resentimientos todos.

Mudanzas, Lupita D Alessio


El ser humano, por naturaleza es imperfecto, por lo que no es de extrañarnos, que en el mejor de los casos esté en una continua metamorfosis para volverse una persona más atractiva, más integral y más equilibrada. En muchos casos estos cambios son graduales y son reflejo del paso del tiempo o de un ejercicio de auto-evaluación, ejecución y proyección a futuro, pero en algunos casos, son cambios rápidos y desconcertantes, tales como el impactante cambio de color de Michael Jackson que pasó de chocolate amargo a blanco en menos de lo que gritaba ¡thriller! o el cambio espiritual de Yuri que pasó de ser una rubia calenturienta que se la pasaba nalgueando bailarines en un apagón a guiar espiritualmente a su público cristiano con un fatídico tinte rojo.

Lo cierto es, mi estimad@ lector, que muchas veces el cambio, es la única constante en nuestras vidas, ya que queramos o no, continuamente cambiamos, desde cosas tan sencillas como el canal en la televisión para no ver el infomercial de las Colegialas del amor, hasta cambios más profundos en nuestra ideología, o percepción de la realidad, físico o manera de divertirnos, y son cambios tales como:

  • En nuestra vida “productiva”: El pasar de la escuela a la vida laboral siempre es una gran metamorfosis, pasamos de jugar a “simular” responsabilidades con tareas y exámenes a la difícil vida de enfrentarnos a las exigencias de nuestros jefes o nuestros negocios personales, donde un error va mucho más allá que repetir una materia, sino puede radicar en que nuestro Malibú rosa del año acabe en posesión de algún embargador o que nuestro loft de ensueño se quede solo en nuestra imaginación o en las páginas de Architectural Digest. Lo cierto es que este cambio de responsabilidades también trae algunas ventajas como la satisfacción de estar haciendo algo que beneficia a nuestro país y a nuestra cartera.
  • En la imagen: Un clásico caso de “The Swan” radica en como la niña flaca, popotitos de piernas y con frenos de la secundaria, en sus veintes luce como modelo de InStyle, o el clásico gordito de lentes que nadie quería en su equipo de futbol, evoluciona a ser un soltero guapo, con cuerpazo, adinerado y codiciado a sus treinta (y más gay que Elton John). Lo cierto es que en la mayoría de los casos, los cambios radicales de imagen se quedan en un punto superficial, y aún cuando muchos individuos lleguen a la perfección física, los que sufrieron de complejos por su físico en la infancia o adolescencia, pasan toda la vida creyéndose visualmente menos que el resto de las personas, y gracias a esto, sus terapeutas terminan construyendo mansiones en la Isla del Padre o si el trauma es muy severo porque a la niña de pequeña le llamaban la Infinito porque su trasero no tenía fin, el terapeuta acaba con una cabaña en Québec y un piso en Paris.
  • En nuestra moral: Sabio es no decir “de esa agua nunca he de beber”, ya que durante nuestra vida, muchas veces terminamos haciendo cosas que ni en un sueño kafkiano nos hubiéramos imaginado realizar. Y es que durante nuestra formación “humana” en la infancia muchas veces nos inculcan preceptos anticuados, muchas veces de sustento religioso, tales como fobias a lo diferente y nos convencen que todo lo que pide el cuerpo es pecaminoso y grotesco. Con la juventud, la exploración, la televisión y una que otra “mala” influencia terminamos entendiendo que cada persona tiene que ponerse sus propios límites, ya que tampoco podemos acabar seduciendo pseudo-cantantes con boquitas pintadas como Sergio Andrade, sino que tenemos que encontrar un balance y en base a eso vivir de la manera que considera correcto, eso si, sin hacer daño a nadie y conservando el respeto hacia si mismo; es así como entendemos que la homosexualidad o el disfrutar el sexo y sus variaciones no son actos inmorales, sino sencillamente, realidades de seres iguales a nosotros.
  • En nuestros fines de semana: Con el paso de los años, observamos como nuestra energía juvenil se va mermando, y pasamos de aguantar todo el fin de semana sin dormir por la fiesta y mantener un continuo estado etílico perfecto, a súbitamente tener tantos años en nuestro haber, que nos acostamos a más tardar a la 1:00 AM y cuando tomamos cuatro Cosmos lo consideramos toda una “noche de jarras”. Súbitamente empezamos a ver que las personas en el Sierra Madre de El Norte o en La Havana los sábados se parecen más a nuestros sobrinos que a nosotros mismos y es así como nuestra agenda de fin de semana se llena de bodas de nuestros compañeros de generación y luego bautizos de sus hijos. Pero la cereza del pastel radica cuando vamos a un antro, y después de años de no pasarnos, nos fascina toda la música de la noche, y al salir vemos que la noche era de “oldies”.

Constantemente estamos buscando cosas nuevas, diferentes y originales, y esto es porque en el fondo que continuamente queremos saciar la necesidad de cambiar y de transformarnos. Cierto es que en esta vida hay que renovarse o morir, y es así como observamos que hasta en el mundo del espectáculo, las personas que logran mantenerse en el éxito son aquellas que presentan una capacidad de cambio superior al promedio, tales como Johnny Depp, Madonna o Cher (la cual es mas inmortal que Mumm-Ra de los Thundercats) y artistas que en general han hecho de su cambio de imagen y la incursión a nuevos sonidos o actuaciones la clave su vigencia en el gusto de sus fanáticos.


Creo que la clave en esta vida está en no solo cambiar, sino en evolucionar, ya que esto requiere no solo ser diferentes día a día, sino ser mejores; y estas mejorías, no solo deben de ser física, sino que debe de venir de un verdadero reajuste en nuestros sueños, ideas y sentimientos, el cual se de en forma progresiva y sustentable, ya que por más que queramos no podemos pasar de ser una Niurka a una Andrea Legarreta en unos minutos.


Es por eso que hoy, compruebo que los ochentas no solo fueron una época de malos gustos en la moda y de televisión acartonada, sino que también fue una decada donde se proclamó el himno que nos invita a dejar atrás las cosas que nos impiden ser felices, fue cuando una mujer, posiblemente muy malpasada por la coca gritó al mundo un sueño que cada día podemos volver realidad: Hoy voy a cambiar.

Feliz y evolutivo fin de semana!