viernes, marzo 10, 2006

Saturday Night Fever

El concierto de Michel Bublé me acompaña mientras me pongo unos jeans levemente a la cadera que fueron todo un hallazgo en Benetton, una camiseta ajustada , mi inseparable L´Air de Kenzo, y unos deliciosos zapatos blancos nuevos Aldo, todo el conjuntito para quedar listo para una Noche de Antro, cual Travolta en Saturday Night Fever.

Es así como querido lector empezó mi velada del Sábado; luego de una ausencia de varias semanas decidí regresar a la vida nocturna de ambiente regiomontana con el objetivo de bailar y socializar un rato. Lo que no me imaginaba, es que lejos de pasar la noche de mi vida, no se si por la carencia de Absolut Vodka en mi torrente sanguíneo o por mi inseparable condición de sociólogo amateur, no pude evitar sentirme en un programa de Discovery Channel, siendo el espectador de un nuevo “ecosistema” en desarrollo, donde Charles Darwin se hubiera sentido satisfecho al comprobar que en efecto, solo el más FUERTE sobrevive. Cumpliendo mi rol de conductor de programa de la vida salvaje, comento lo que más llamó mi atención:

  • A mayor avance de la noche menos pudor: Cuando recién llegamos al susodicho lugar: Dinastía, Bugambilia y Francis (me encanta como en los programas del Discovery le ponen nombre a los animales que estudian), un grupo de especímenes machos, pero ataviad@s como hembras hicieron su aparición caminando en sus tacones T-KCH y portando orgullos@sus blusas Lavoro, disfrutando su recién creada femineidad y glamour. Unas horas más tarde estaban dando un desgradable espectáulco: descalz@s, paradas, rascandose los genitales como camioneros de ADO y mostrando las siliconas a todo la población.
  • Los bailes frénetricos tribales para aparearse: En todas partes, se vislumbraban jóvenes machos que al ritmo de Madonna e incentivados por el efecto de la cerveza a 5 pesos, efectuaban complicadas danzas que los ayudara en la captación de atención para buscar pareja. Los estilos eran variados, desde retorcijones amorfos y saltos, hasta movimientos teiboleros. En un vistazo pude apreciar las mas recientes coreografías de J.Lo, RBD y hasta de la gracias a Dios desaparecida Belinda, el único problema es que en el lugar no cabía un alfiler, mucho menos una secuencia de los pasos de Pink en LadyMarmalade.
  • Los encuentros bélicos entre seres de la misma especie: Ante el beat de la música electrónica y con el panorama prometedor de un stripper fui testigo de un “encuentro” entre dos pajaritas (léase jovencito gay popero delgado y de cabellos parados): Britney empujó accidentalmente al pasar por un estrecho pasillo a Christina; en contestación, Christina, cual segmento de video Dirty, le dio un manotazo-empujón a Britney, que lo impulsó varios metros.
  • Todo es cuestión de ubicación: Así como en otros ecosistemas se lucha por ubicar los nidos en los lugares preferenciales, en este ecosistema todos luchan por estar más cercanos a la vista pública: Yahir, un espécimen wannabe cantante del cantante de la academia, ávido de atención, se colocó en el borde de una escalera, desafiando la gravedad, para hacerse notar más, lo que no contaba es que sus envidiosos congéneres le arrebaraton parte de sus accesorios de cantante ranchero, sin que se diera cuenta. Pero muy digno solo sonrió y siguió cantando y bailando simulando dar un concierto, cual dijera sabiamente Freddie Mercury, Erasmo aplicó la de Show Must Go On.
Luego de algunas horas de una sana, y no tan sana convivencia, con mis zapatos nuevos más grises que blancos gracias a tanto pisotón, salí a las calles de Monterrey. El tufazo de hot-dogs y el paso de un Ecotaxi me recordó que en las últimas horas no había estado en un ecosistema diferente en África o estudiando alguna especie nueva de langostas ciliadas, sino que estaba saliendo del antro lleno de gente igual que yo.

Las últimas semanas he escrito mucho de la tolerancia hacia la condición homosexual, la aceptación de nuestras amigas e inclusive el reflejo de nuestro rol en la sociedad expuesto en el cine. Pero el espectáculo del sábado, con empujones y agresiones verbales, aunado a varios comentarios sobre agresiones, botellazos y pleitos en los antros de ambiente regios me lleva a pensar que nos hace falta mucha “cultura” a los gays de esta ciudad, y no me refiero a que hagamos más eventos artísticos o exposiciones, sino al sentido estricto de cultura que según la Real Academia Española es el “conjunto de modos de vida y costumbres” que nos convierte en personas que saben comportarse y respetan a su prójimo y su ciudad.
Creo que es tiempo de reflexionar sobre el como nos comportamos en el antro, si optamos por perder nuestra humanidad y lanzarnos a avanzar a empujones cual Máscara Sagrada de la AAA, si preferimos emborracharnos con cerveza barata y hacer el ridículo acosando a desconocidos o si preferimos exhibirnos sin inhibiciones por sentirnos “amparados” por nuestro grupo de amigos cual Vedette en decadencia; o si mejor preferimos ir a pasar un buen rato, portándonos civilizadamente, sin empujar, sin insultar, sin agredir y respetando a la “comadre” que tenemos a un lado, ya que no solo nos une el ser “diferentes” en presrencias sexuales a los patrones sociales, sino que nos une que somos seres humanos y por ese simple motivo nos merecemos respeto.
Un chiste popular dice que ser gay es mucho más que ser un hombre con gusto por los genitales masculinos, sino que es tener ropa de marca, carrazo y mucho dinero. Yo creo que ser gay (pongo música de Mudanzas de la D´Alessio de fondo) es mucho más que amar a Valentino y estrenar Zara cada semana, es mucho más que saberte de memoria la última temporada de Queer as Folk, es ser esteta, pacífico y respetuoso con todos, es ser el consejero del amor de tus amigos heterosexuales por tener tu lado femenino ligeramente mas a flor de piel, es ser tolerante hacia la gente diferente. Es por eso que espero que todos optemos por salir a divertirnos con conciencia, sin dañar a los demás y recordemos y vivamos siempre una sencilla frase de Juarez que pude causar la diferencia hacia una sociedad más civilizada: que el derecho, al respeto ajeno, es la paz.