viernes, junio 29, 2007

Con la pena...

La vida real es más parecida a una pasarela de modas de lo que parece. En ambas, una buena actitud es lo más importante para salir triunfante, es un mundo sumamente competitivo donde todos quieren ganar, es un mundo donde 10 segundos de lucimiento ante las cámaras y ojo público cuestan meses de preparación y esfuerzo y por último, en ambas si te caes la única forma de salir adelante es levantándote porque si no todos los demás te pisotean.

Alguien que parece vivir esta filosofía vida-pasarela al máximo es Paris Hilton, ya que hace unos días que salió de la prisión en California, parecía mas estar en una pasarela de Cibeles portando algún Valentino. Desfiló literalmente de la puerta hasta su camioneta, con una actitud relajada, sonriente, inocente y conquistadora a las cámaras. Lo impresionante es que por la actitud derrochada por esta joven multimillonaria oxigenada, nadie pudiera llegar a pensar que está saliendo de una prisión, donde estuvo 23 días internada por tener problemas de manejo sin licencia, ocasionadas por manejar en estado de ebriedad, ósea por borracha.

Es así como aún cuando para cualquier mortal el haber salido de la prisión es algo en parte liberador pero muy vergonzoso, pues habla de la necesidad que tuvieron de “corregirnos”, hay personas como Paris que pueden salir airosas, glamourosas y triunfantes del evento, y es que con la sonrisa de esta mujer y su pose de all american girl, nadie podría imaginar que ha estado metida en miles de problemas, como la tirarle un Cosmopolitan con todo y copa martinera a Lindsay Lohan, de ser la protagonista del video porno casero más famoso de la historia y también de agarrar como deporte el robarle novios a las escuálidas Gemelas Olsen.

Es por eso que hoy me percato que aunque parezca inverosímil, hay varias cosas que aprenderle a Paris, y no me refiero solo a tomarla como referencia para dar blow jobs o como vivir una “simple life” sino que en situaciones penosas y humillantes, lejos de deprimirnos y sentirnos mal con nosotros mismos, tenemos que aprender de la situación, respirar profundo y sonreír ante el mundo, porque es la única forma en la que el mundo nos sonreirá de vuelta.

Y es que cuando se trata de “sufrir penas” no es necesario ir a prisión, sino muchas veces en la vida diaria pasamos a nuestro juicio por ridículos o situaciones embarazosas (como los embarazos de Britney Spears) tales como:
  • Saludar efusivamente a alguien para luego percatarte que es un perfecto desconocido: En muchas ocasiones, por distraídos o por estar algo ciegos, juramos ver a alguien conocido a lo lejos, por lo que corremos a abrazarl@ y/o besarl@ en abundancia, pero es entonces cuando ya estamos muy cerca cuando nos damos cuenta que esa persona que acabamos de “agasajar” no es la que pensamos y lo peor de todo, que el perfecto desconocido nos observa con cara de “encierren a este loco”. Ante esta penosa situación, solo nos quedan dos sopas, huir rápidamente y fingir que nada ha pasado ó reírnos de nosotros mismos y comentarle al extraño que formamos parte de la campaña “free hugs”, en la cual por buenas gentes algunas personitas dan amor a su prójimo, sin que suena a la trama de Moulin Rouge, para que se sientan queridos los desconocidos que cruzan por su camino.
  • Ser cachado infraganti en situaciones íntimas: Ya sea en la secundaria cuando los papas de nuestra novia, o novio si fuimos muy tempraneros, nos cacharon en pleno faje en la sala de su casa, o ya más grandecitos fuimos interceptados por una patrulla mientras derrochamos amor, feromonas y hormonas y vapor en el carro cual Kate Winslet y Leo DiCaprio en Titanic, el ser capturado justo con las manos en la masa, es de los momentos más penosos que podemos sufrir. Y es que a nadie se le puede culpar por andar “ganoso” y compartir el amor con nuestras respectivas parejas, pero aún así no es feliz que quedemos expuestos en el acto, cual Noelia o Michelle Vieth o la wera menachera de Shopping Time de la TV local. Es por eso que por más sexy y llena de adrenalina que parezca la idea, no es feliz hacer cositas en lugares públicos y mucho menos grabarlo, a menos de que seas un artista porno como Lukas Ridgestone.
  • Caernos estrepitosamente: Aún cuando de niños nos caemos en un sin fin de ocasiones y cual Reed Richards el Señor Fantástico, parecemos de hule pues con la misma nos levantamos y seguimos jugando, cuando somos adultos, una caída puede ser traumatizante, no solo porque se nos rompa un brazo o una cadera, sino porque implica el “oso” de que nos volteen a ver mientras besamos el asfalto, y más si durante la caída no perdemos solo el glamour, sino el portafolio, las llaves del carro, el celular y hasta la dignidad mientras caemos por las escaleras o en cualquier pasillo. Lo peor es cuando al levantarnos, no solo nos duele nuestro delicioso derriere, sino nos duele nuestro orgullo pues vemos que todo el mundo vio nuestra graciosa caída, y hacen un esfuerzo sobrehumano por aguantarse la risa, y que posteriormente a preguntarnos si estamos bien y si no nos duele nada, correrán a reírse a carcajada abierta.
  • Olvidarnos de una fecha muy relevante: Ya sea el aniversario con nuestra pareja, el cumpleaños de familia y amigos cercanos, es horrible cuando nos percatamos que hemos olvidado algo importante de las personas que queremos o de la historia de nuestra relación sentimental y lejos de prepararles algo especial a nuestros seres queridos los tratamos igual que siempre. Es en estas situaciones en las cuales recibimos un regalo de aniversario y nosotros ni siquiera hemos dicho un “felicidades” a nuestro novio, cuando es mejor tragarse toda la vergüenza, ser honestos y dedicarnos a compensar con amor y con alguna joyita Armani o Tiffany´s a esa personita amada.


Creo que en esta vida podemos morir de muchas cosas, pero nunca de vergüenza, ya que aún cuando nos esforcemos en ser mejores personas cada día, no dejamos de ser seres imperfectos y humanos, que erramos fácilmente. Pero el objetivo está en siempre asumir nuestras equivocaciones, olvidos, cachadas en infraganti o caídas, para levantarnos, aprender de ellas y seguir adelante, sonriendo y vestido de lujo por dentro y por fuera, porque nunca sabemos cuando un paparazzo o el amor de nuestra vida vayan a cruzarse en nuestro camino, para robarnos una foto, o nuestro corazón.
¡Feliz Fin de Semana!