jueves, agosto 24, 2006

Sobreviviendo

En esta vida lo que estoy haciendo
Voy sobreviviendo, voy sobreviviendo
Para que la gente me siga oyendo
Sobreviviendo, Celia Cruz


Muchas veces, la realidad supera la ficción, es así como en la vida diaria existe el rostro de Carmen Campuzano, la incertidumbre del sexo de Walter Mercado y las boobies de Sabrina. Pero de vez en cuando, la realidad, en vez de asustarnos, nos llena de sorpresa y esperanza, como es el caso de los tres náufragos mexicanos, que lograron sobrevivir nueve meses perdidos en el mar. Y es que independientemente de que lograron subsistir comiendo sushi sin arroz, y pato pekinés sin cocción, lo más impresionante es que se mantuvieron tranquilos, sin enloquecer, y con fé en que lograrían vivir. En esta situación la mayoría de nosotros hubiéramos matado a nuestros ship-mates en menos de 24 horas, ya sea por la falta de Absolut Vodka, la necesidad de copular, la ausencia de un filtro solar adecuado o por simple nostalgia a Desperate Housewives o a Grey´s Anatomy.


No cabe duda que hay gente que es capaz de lograr sobrevivir aún en los escenarios más deplorables; y es que esta supervivencia extrema la podemos explicar desde una perspectiva positiva, como personas con un autocontrol impresionante, o una visión un tanto más ácida: mala hierba nunca muere. Pero independientemente si es para bien o para mal, hay situaciones en las que creemos que no podremos seguir adelante, pero por azares del destino, lo logramos, sobreviviendo:

  • Del amor: Cuando cortamos con esa persona, a la cual le entregamos nuestro amor, nuestra devoción y muchas veces nuestra “inocencia”, sentimos que el mundo se nos acaba, y es cuando estamos tan mal emocionalmente que lloramos hasta al ver el anuncio de los 100 años de CEMEX o con el nuevo sencillo de Paris Hilton. Es en medio de ese crater de depresión donde pensamos que nunca amaremos nuevamente, que jamás volveremos a sentirnos felices y que el amor solo es un malviaje de las películas de Meg Ryan y Tom Hanks. Tiempo después, ya que hemos enriquecido a la empresa de Kleenex y a todas las chocolaterías de México, nos percatamos que antes de ser parte de una pareja éramos individuos independientes, y que aunque parezca que necesitábamos a nuestra pareja para respirar, el mundo sigue girando, y tarde o temprano, nos volveremos a enamorar, posiblemente de imposibles como Brad Pitt o Orlando Bloom, o de nuestro Chihuahua “Canelito”, pero sentiremos amor a fin de cuentas.
  • De un mal corte de pelo: Pocas cosas pueden desgraciar mas nuestra autoestima como un mal corte, y es que muchas veces parece que nuestro esteticista quiso desquitarse con nosotros, ya que nos deja con un caos capilar, ya sea con un tinte desastroso o más remolinos que los que vio Dorothy en Kansas. y es así como amigos, enemigos y hasta desconocidos nos ofrecen tarjetas de presentación de abogados para demandar a nuestro peluquero de confianza, ya que nuestra cabeza luce con el color de una peluca de Cher o nuestro corte es aún peor que uno de Fredo Cassini. Finalmente y luego de algunos días de reclusión en nuestra casa, maldiciendo el día que decidimos cambiar nuestro look, nos cae el veinte de que el pelo crece, y que en el peor de los casos nos podemos mudar a Inglaterra, y vivir usando llamativas Pamelas de diseñador.
  • De una pubertad tormentosa: Desgraciada o afortunadamente, no nacimos en una era donde la genética es controlada y todos somos físicamente perfectos, y cabe mencionar que en la pubertad, muchos de nosotros sufrimos de “mutaciones” que nos acomplejaban y nos orillaban a pensar que nuestra vida era una tortura, ya que distábamos mucho de parecernos a los modelos de Abercrombie&Fitch o tan siquiera a los de Suburbia, y es que ya sea por obesidad, acné o por una nariz con más jorobas que un tobogán de Wet´n Wild, muchos creímos que jamás alguien se fijaría en nosotros, o que éramos “fenómenos”. Gracias a Dios, luego aprendimos que no hay nada que un buen entrenador, un nutriólogo, un dermatólogo y un buen cirujano plástico no puedan remediar, y aprendemos que no hay gente fea y gorda, solo gente con poco poder adquisitivo o terror al quirófano o al gimnasio.
  • De un mal primer trabajo: Cuando recién empezamos a trabajar, estamos llenos de expectativas, de ideales, de valores que tan arduamente nos inculcaron en nuestras carreras, y esperamos que nuestro esfuerzo sea proporcional a nuestro bienestar en la empresa. Súbitamente, algunos nos enfrentamos con una realidad que era muy diferente a lo que en el TEC nos habían enseñado, y que en el trabajo hay mucha más que solo esfuerzo y buen desempeño de por medio, está la “empatía” (léase adulación) con los jefes, los chismes sobre quien se acuesta con quien o quien se la come toda. Es así como tomamos una de tres opciones, volvernos más malditos que una secretaria del IMSS gorda, tatuada de las cejas cual Elba Esther Gordillo y mal cogida, o tomamos la opción de trabajar a disgusto y en silencio pero con miras a recibir una paga mensual o finalmente, la más sana a mi gusto, que es aventarnos a buscar nuevas oportunidades y encontrar un lugar que se acerque mas a nuestra forma de ser y de pensar.


Luego de recapitular, y sacando el recuento de los daños, nos damos cuenta que a veces o somos muy exagerados o somos emocionalmente más fuertes de lo que pensábamos, ya que en múltiples momentos de nuestras vidas hemos logrado superar las expectativas y mostrar la “casta” o de lo que estamos hechos.


Pero, mi estimad@ lector, hay un cierto número de personas, una élite, que logra retar no solo a situaciones difíciles y las depresiones sino a la muerte misma, logrando sobrevivir, ya que dejan a través de sus contribuciones a la humanidad, sus obras artísticas, sus canciones, sus teoremas, un recuerdo que es tan meritorio, que toma vida propia, y permite que las generaciones futuras los conozcan. Es así como Celia Cruz, Albert Einstein, Freddie Mercury, Isaac Newton, Cocó Chanel y tantos otros, lograron ser eternos, porque hicieron que su arte, su trabajo y su ciencia fueran para siempre.


Creo que es un poco ambicioso para un “simple mortal” querer ser eterno, pero creo que nuestro compromiso como seres pensantes y con sentimientos, es al menos ambicionar a ser recordados como buenos individuos, nobles de corazón, serviciales con el prójimo, arduos trabajadores o al menos, por hacer buenos Martinis. Tomemos la motivación hoy, de actuar para poder dejar una huella, que no solo indique que transitamos por esta tierra, sino que lo hicimos con intensidad, devoción y pasión.