viernes, abril 04, 2008

Viviendo con Afrodita

Con todo mi cariño para Maria y Miriam, las mejores roomates del mundo.
Toda gran satisfacción, requiere sacrificios. Esta es una de las frases que más oiremos en un par de meses, durante las entrevistas a los medallistas de las Olimpiadas en Pekín durante el verano, mientras oímos como fondo alguna melosa y teatral canción temática para la ocasión, cantada por rockeros, poperos y operísticos fusionados en algún hit comercial.

En lo personal, no podría estar más de acuerdo con esta objetiva filosofía, solo que hay veces que uno no mesura que tanto sacrificio hay que hacer con tal de llegar a una meta que nos hemos propuesto, es como así, luego de tardar años en armar mi “departamento de los sueños” aunque suene a juguete de Barbie, tuve que cerrarlo y embodegar mis divinos muebles con tal de cruzar el charco para venir a estudiar y trabajar a España. Este “sacrificio” me llevó a tener que compartir nuevamente departamento, con desconocidos, con tal de poder pagar las elevadísimas rentas de esta maravillosa capital del mundo, las cuales por cierto acorde a datos del Fondo Monetario Internacional están mas sobrevaloradas que el talento de los RBD`s (aproximadamente un 30%).

Hasta el momento mi convivencia “en conjunto” había sido de lo más agradable pues únicamente tenía una roomate, pero luego de percatarnos que tener un cuarto desocupado en el departamento era un crimen contra nuestra propia economía optamos por buscar una nueva compañera de piso, una inglesita que llegó hace muy poco. Durante los primeros días en la convivencia de los tres, todo había sido sumamente agradable y convencional acorde al manual de Carreño, pero esta semana, me imagino que por la llegada de la primavera, y el incremento del calor interno y externo, la nueva roomate sobrepasó el limite de lo aprobado para la sana convivencia de personas en un piso de 90 m2.

El hecho sucedió una maravillosa noche de martes, en la cual, tu servidor se hallaba laborando en la estancia en sus abundantes proyectos escolares, cuando súbitamente, la recién llegada roomate en cuestión arribó a nuestra residencia, escoltada por su nuevo “novio” con algunas copas encima. Solo puedo contarte que luego de la estricta presentación en sociedad del novio en cuestión, unos nano-segundos después y encerrados en la habitación de la susodicha, parecía que en mi estancia se estaba transmitiendo el audio una película porno de los 70`s , con gritos de Oh Yes! Incluidos, seguidos por unos cuantos y mandatarios More!, more! Y claro está, múltiples sonidos de besos, gemiditos, gemidotes y uno que otro grito perdido.

Mi primera reacción, fue precisamente no saber como reaccionar, ya que estuve convencido que lo que oía era real y no un truco de mi necesitada de calor conciencia, corrí a mi habitación para columpiarme cual niño autista abrazado de una almohada; pero mi objetivo se vio arruinado porque en mi habitación no solo oía cercanos a mí los sonidos sexuales, sino que parecía que se generaban dentro de mi cabeza, por lo que opté por encerrarme en el cuarto de mi otra roomate, donde ambos vencidos por lo bizarro de la situación, optamos por reír y comentar la buena atropellada que le estaban dando a la roomate y que sin duda mañana estaría MUY sonriente y lozana luego de convertirse en una verdadera Afrodita apasionada, lo que si es que hasta ganas de dejarle un paquetito de Halls en su puerta me dieron, pues luego de tanto grito seguro que iba a amanecer algo afónica, y con una nota que dijera, acorde a su llegada al piso y a su noche de pasión: BIEN venida, con un ligero espacio entre ambas palabras.

Es con este episodio del tercer tipo, en el cual me tuve que adaptar a la ruidosa vida sexual de mi nueva roomate, recuerdo que en varios años que tuve que compartir espacios vitales con desconocidos, en residencias de la universidad, aprendí a adaptarme a muchas cosas de mis roomates :
  • Su música: Cada mente es un mundo, y cada iPOD es un universo, por lo que cuando compartimos casa o departamento con otras personas, es así como a veces, aunque odiemos a los Tigres del Norte o a Pesado nos tenemos que tragar sus éxitos una y otra vez. En estos casos de conflicto de intereses musicales siempre hay dos opciones: la sana que es usar audífonos y meternos de lleno a nuestra música, o la más bélica y preferida por los amantes del conflicto que es montar una guerra musical, en donde el que tenga el mejor equipo de sonido y amplificadores se impondrá victorioso, las consecuencias de este encuentro pueden ser la sordera total permanente, pero el lado positivo puede ser que en una de esas encontremos la nueva fusión musical del momento, mezclando norteño con british pop o salsa con electrónico.
  • Su alimentación y talento culinario: Jamás olvidaré una vez, que luego de pasar una tarde completa en el laboratorio con ácido sulfhídrico (olor a huevo podrido) me confortaba pensar que al fin iría a descansar a la casa “libre de olores” mi sorpresa fue que al llegar al susodicho lugar de paz, por todas partes olía a Pescadería de Mercado, ya que mi roomate era adicto a los cebiches y demás menjurjes marinos, bastante cebollosos, limonosos y en general mariscosos. Sin duda al vivir con alguien también vives con su diario vivir nutricional, y es así como a veces la cocina se vuelve una caja de Pandora, en donde puedes descubrir súbitamente que hay gente capaz de quemar agua, gente que considera que poner sal a la comida es voluntario (como al cocinar un pastel de carne) y que a final de cuentas estamos más lejanos a ser Ratatouilles de Disney de lo que creemos.
  • Sus amigos: Una de las ventajas de compartir casa es que uno no se siente nunca solo, y esto se explica porque siempre hay movimiento en la casa y entra y sale gente. El problema está en que a veces y aunque suene a matrimonio, los amigos de tus roomates no son lo que consideraríamos las personas “más felices del mundo” y sin embargo estás obligado a verlos seguido, por lo que a veces nos vemos obligados a saludar y hasta a platicar con seres tan raros que parecen salidos de la retorcida mente de Tim Burton ò en su defecto gente que es tan tímida y callada que son incapaces de emitir un –hola-. Para los casos de amigos indeseables a veces la única salida radica en encerrarse en la habitación e invocar mentalmente que se vayan pronto ò optar por el viejo truco de jugar al “roomate maldito” e ignorar sus saludos y tirarles miradas asesinas cada vez que nos los topamos por la casa.
  • Su limpieza: Para un classic homo uno de los puntos más vitales para subsistir con gente es mantener altos estándares de limpieza, por lo que el desorden NO es una opción en la vida de mucha gente rosa. El problema radica en cuando tu departamento se vuelve una jungla tipo Jumanji, en donde en vez de flora hay tangas regadas, o cuando la pileta de platos sucios crece más que las torres Petronas de Kuala Lumpur. Creo que en este último punto es el más crucial para muchísima gente, ya que hay un abismo de diferencia entre las costumbres higiénicas de las personas, por más que nos sorprenda, tanto que hay gente capaz de subsistir en una recámara similar a la de un basurero y aquí la mejor opción es deshacernos del inquilino con una quema de basura o normar la limpieza cual escuelita.

Es por esto, que aún con los gemidos sexuales de mi nueva roomate y extrañe demasiado mi casa en Monterrey, estoy en la mejor disposición de disfrutar al máximo esta nueva etapa de “estudiante”, y si mi nueva amiga sigue teniendo una vida sexual tan ruidosa, sin duda me daré de alta con un audioblog para compartirlo con todos ustedes, y es que aún después de todo lo antes comentado, que podría dejar traumas permanentes en mi conciente y en mi inconciente, creo que vivir con otras personas, que no sean familia o pareja sin duda enriquece mucho nuestra vida, ya que de ellos podemos aprender muchas cosas, conocer nuevos amigos e inclusive pasar una de las mejores temporadas de nuestra vidas cuando vivimos con nuestros amigos, en donde cada noche es una pijamada, cada cena es una fiesta y descubrimos que súbitamente tenemos una NUEVA familia, con sus pros y sus contras, pero que a la cual a fin de cuentas pertenecemos y cuidamos de ella, y ella de nosotros.