viernes, junio 09, 2006

Dejando el terror en el cine

Dicen que no hay plazo que no se cumpla y lo vivimos continuamente, y no me refiero solamente al tan esperado final de RBD de la semana pasada, sino que al fin llegó la muy esperada fecha del 06-06-06. Unos cuantos fatalistas esperaban el final del mundo, otros el nacimiento del anti Cristo, pero para muchos de nosotros fue un día más, tantito más nublado que de costumbre y con bastantes pendientes laborales y/o escolares; pero eso sí, muchos supimos del estreno del re-make de una película que nos aterrorizó en antaño: La Profecía.
Independientemente de si la película es buena o mala, que si Julia Styles con sus manos gordas (son como de un Botero) se debió haber quedado sonriéndole a la Mona Lisa y que si el niño que personifica a Demian, se parece al mono de MAD, el ver la película de “suspenso” me recordó de mi naturaleza masoquista, en la que me gusta pagar por sufrir viendo películas de terror que me tienen en el borde del asiento y con pesadillas en la noche. Pero cierto es que muchas de ellas son sumamente predecibles, pero aún así, son ampliamente disfrutables, algunos de los clichés de las películas de terror son:

  • La Rubia Sexosa debe morir: Es un hecho que la Huera calenturienta, luego de “ponerle” durante un buen rato en la película y complementar con eso el sector atractivo visual del filme, mostrando pecho en películas de clasificación C, es asesinada brutalmente. Este caso lo observamos en muchísimos filmes, desde el casi histórico y más pudoroso Friday the 13th (1980) hasta la fecha, con Paris Hilton en House of Wax (2005) en la cual aseguro que la coqueta y caprichosa heredera no habrá batallado mucho para personificar a una sosa americana peroxidada con tendencias a teibolera, con la única ambición de montar cual vaquera a su novio.
  • Tienen que matar al malo dos veces, o hasta más: Ya sea para alargar un poco más la duración de las carentes de trama películas de terror de nuestra época, o para tener la excusa perfecta para rodar la segunda, tercera o hasta la cuarta película, siempre el malo revive en repetidas ocasiones, no importa que lo hayan claveteado cual jamón navideño o que le hayan dado tantos disparos que pareciera queso gruyere, el malo siempre tiene que regresar, no hay mejor ejemplo que Chucky el muñeco diabólico, el cual regresó tantas veces que ya no sabíamos si era una película de miedo o era una versión muy hardcore de Toy´s Story.
  • La Valentía de los protagonistas: Créelo o no, a veces es más probable la existencia de una casa con fantasmas encerrados, o la presencia de una niña malévola que se mete en un video VHS tipo The Ring (2002), que las conductas humanas que reflejan las películas de terror. Ya que, ¿quién en su sano juicio, por mas curios@ que sea entra voluntariamente a una casa donde han desaparecido varias gentes, o peor, se interna en un bosque donde hay un asesino en serie libre?, la respuesta: NADIE, ya que nosotros apenas oímos un ruido macabro en la noche, lejos de levantarnos a investigar, nos ponemos 3 colchas encima, incluido el edredón de Hello Kitty y abrazamos a nuestro oso de peluche Arnulfo.
  • El malo siempre sale por el lugar menos pensado: Es un clásico que con tal de sorprendernos, son capaces de meter por el inodoro o por el techo al asesino en las secuencias de mayor suspenso, y lo peor es que el protagonista no se percata de su presencia hasta el último instante, no importa que el malo le haya estado soplando en la nuca media hora ( por más porno gay que sonó escena descrita, no fue esa su intención inicial, pero ojo, si ya llevan soplándote la nuca por media hora y no sientes nada, visita tu médico más cercano).
  • La supervivencia del más bueno: El o la protagonista son siempre los más buenos de su grupo social, y cual San Pedro en el juicio final son los que sobreviven ante toda la adversidad, no importa que les hayan rebanado dedos, o tengan que hacer proezas físicas como correr kilómetros, flotar por horas o inclusive resolver misterios más complicados que el mismo Código Da Vinci, es un hecho que el protagonista subsiste, ante todo.

Las películas de terror son parte importante de nuestro entretenimiento, son básicas para generar ideas de disfraces en Halloween, o para tener un pretexto perfecto para fajotear durante la película porque “andamos asustados”, lo que sin duda puede llevarnos a otros “sustos” más emocionantes y regocijantes, como sin ser Jennifer Lopez despertar una Anaconda (1997), debajo de los jeans de nuestro acompañante.


Desgraciadamente, hoy en día el terror no se queda solo en las películas, estamos rodeados de actos delictivos, y asesinatos en la vida real tan horribles y que demuestran tanta insensibilidad humana, que pensamos que son irreales y producto de la imaginación de un escritor adicto al peyote, pero sin embargo, existen, y no pasan únicamente en grandes ciudades como Nueva York o la Ciudad de México, sino también en pequeños municipios como Cadereyta, Nuevo León o en ciudades con “tradiciones familiares” como Monterrey. Es preocupante que cada vez estamos mas habituados a oir en las noticias de matanzas por doquier, de narcos y de tantas otras cosas que han envenenado nuestra vida diaria, haciéndonos sentir vulnerables y convencidos que dan mas miedo los vivos, que los muertos.


Como parte de una sociedad, al percatarme que la violencia está en aumento, la inseguridad está a la orden del día, mi deber como ciudadano está en expresar mi descontento ante la situación y pedir a las autoridades castigos mayores para criminales y sistemas de juicio y averiguaciones que realmente funcionen, mi deber también está en cuidarme a mí y a los míos, siendo más precavido (sin caer en la paranoia) en mantenerme informado de las acciones del gobierno y si está en mi posibilidad ser propositivo y pro activo en promover la seguridad en mi comunidad. Hoy más que nunca tenemos la corresponsabilidad de luchar por un mundo más apacible, armonioso y con futuro, nos lo debemos a nosotros mismos, y a los que vienen mañana.