Una disculpa a los habituales lectores de este espacio de Chismes, reflexiones de teflón y contenido cultural, político. Hoy abuso del cyber-espacio para escribir algo más personal que nunca.
Albert Einstein pasó gran parte de su vida estudiando un concepto muy abstracto para muchos: La Anti-Materia.
Aunque en fórmulas matemáticas y físicas el concepto de una materia y su “antítesis” suene lo más complejo del mundo, en el diario ser de nuestras vidas, desde niños nos hemos adaptado que a un todo hay un nada; que el admitir sentirse satisfecho después de comer implica que existe un tortuoso sentirse hambriento en algún momento posterior, que el sentir frio implica la posibilidad de sentir calor, el sentirse plenamente acompañado tiene su contraparte en la soledad. Y finalmente, implica que tener, puede derivarse en perder. Este último punto, creo que es un concepto que muchos tardamos años en asimilar, ya que es muy fácil dar por sentado las cosas, y creernos ciegamente que hay elementos y personas que siempre estarán a nuestro lado, hasta que súbitamente, como un rayo fulminante, las perdemos.
Hace ya 3 meses, uno de esos rayos fulminantes se llevó de esta vida a una de las personas más importantes en mi existencia, y fue entonces cuando esa dualidad tener-perder se tornó en la última y de pronto me encontré llorando como un niño de 2 años, con una angustia de no saber que pensar, que sentir y como consolarme por la pérdida de un pilar no solo en mi familia sino en mi vida misma.
Hoy, unos cuantas semanas después, todavía se me llenan los ojos de lágrimas al escuchar un arpegio de guitarra como el de aquellas canciones de bolero que tanto ella amaba, todavía quiero gritar cuando veo a alguna octagenaria vestida punto en blanco que me la recuerda y sobre todo no puedo dejar de pensar que daría todo lo que tengo con tal de volver a abrazarla, de volver a escuchar su discretísima risa de manual de Carreño, de estar con ella para reír con sus ocurrencias o simplemente perderme en su mirada que evocaba paz, amor por la vida y en los cuales había un reflejo latente de que Dios si existe, y sus mejores mensajeros son las personas que como mi Teca, mi hermosa Abuela, se habían reconciliado con la vida, con el prójimo y sobre todo, habían evolucionado sus virtudes como seres humanos. Esa misma paz que tanto reflejaba su mirada, le llevó una vida entera de superación personal, de perdonar, de asimilar, de aceptar, de priorizar y sobre todo de amar.
Espero algún día tener la paciencia, el talento y el tiempo para escribir la biografía de una mujer que supo protagonizar cada rol en su vida de una manera estelar y con una pasión y entrega que pocas personas serían capaz de lograr. Uno de los roles que más la identificaron fue la de ser un pilar para todos los que la rodeaban, ya que desde los trece años, siendo apenas una niña asumió responsabilidades que muchos no tomamos ni siquiera a los treinta, sacando adelante a su familia no solo emocionalmente, sino económicamente, desarrollando una profesión que la marcaría toda su vida: Diseñadora de Modas. Fue así como siento tan joven logró explotar un “ hobbie” de niña bien con tal de seguirle brindando a su hermana menor, el nivel de vida al cual estaban acostumbradas antes de la pérdida de sus padres y de gran parte de sus hermanos. También fue el pilar de la familia que formó años más tarde, cuando junto a mi Abuelo Manolo emprendieron la aventura de criar tres hombres y dos mujeres que gracias a su esfuerzo han logrado convertirse en excelentes profesionistas pero sobre todo muy buenas personas, y esto solo por mencionar algunas de las miles de cosas buenas que hizo en su vida.
Creo que le mejor forma de honrar a un ser querido es aferrándose a los buenos recuerdos y sobre todo a las enseñanzas que nos brindó esa persona. Hoy con excesivo cariño recuerdo que esa hermosa mujer me enseñó a luchar por lo que creo y pienso hasta desembocarlo en realidades, recuerdo claramente que me enseñó que la única manera de gozar el mundo es saliendo de nuestro entorno y aprendiendo cosas nuevas, también me enseñó a amar la ropa y la moda, no solo por sus texturas y formas, sino porque simboliza la creatividad, la innovación y la personalidad que cada uno tiene al decidir que portar como “su segunda piel” al elegirla de nuestros armarios.
Por lo que queda en mí de mi catolicismo, y por mi propia integridad emocional quiero y voy a pensar que Ella no está físicamente aquí, sino en un lugar mucho mejor que se merecía definitivamente, y es por eso que hoy más que nunca camino por la vida con la seguridad de que hay un angel más ahí arriba que cuida mis pasos y los dirige hacia lo que mas me conviene como profesionista, como, hijo, como hermano y como persona.
Hoy, no puedo hacer otra cosa que cerrar los ojos y tener los mejores recuerdos de una persona que atrevió a desafiar el destino, y decidió dibujar el figurín de uno mejor para luego coserlo y deslumbrarse a ella misma y a todos; de una persona con carácter de acero pero corazón de cachemir, que enamoraba a todos con su rostro de Estrella de Hollywood de los 50´s, sus imposibles tacones hasta para usar la máquina de coser y su pret-a-porter hecha por ella misma, pero que a final de cuentas conquistaba más con su sonrisa, su actitud siempre agradecida ante la vida, su simple y maravillosa manera de ver las cosas y sobre todo la intensidad con la que amaba a los que la rodeaban.
Abue, María Teresa, Teté, Terca, Teca, Tequita, Tecoya, mi adoración, mi Sol, llamada de mil formas por mí y por todos en la familia, gracias por permitirnos existir y por llenar nuestras vidas de la luz que emitías, y que es tan fuerte que hoy solo al recordarte me siento triste por no tenerte a mi lado, pero pleno por saber que disfrutamos al máximo cada segundo que pudimos estar juntos, desde que con todo tu amor y cariño te volviste mi segunda madre, y yo con gusto tomé una pequeñísima parte del gigantesco lugar que dejó el Abuelito Manolo al adelantársenos a la otra vida, que hoy mas que nunca quiero convencerme que existe.
Gracias por tus consejos, tus palabas de ánimo, tus caricias con esos “dedos de águila” que te caracterizaban, por enseñarme a amar la lectura y en especial el realismo mágico, ese conjunto de autores que reflejaban una realidad imposible tal cual la tuya, en la cual una princesa por azares del destino sufre, pero con dedicación y empeño logra tener su final feliz, gracias por estimular mis virtudes y apoyarme cuando más te necesité… Gracias, porque tu desde que era un niño me ayudaste a coserle plumas blancas a una alas de Icaro que me hicieron volar para conocer el mundo y asombrarme por lo desconocido.
Te prometo que lucharé toda mi vida por ser mejor cada día y por algún día hacer eterno para el mundo tu nombre, aunque para los que tuvimos la dicha de conocerte, JAMAS te olvidaremos.
Gracias por existir de una manera tan sublime Tequita. Te adoro.